lunes, 24 de septiembre de 2007

Expreso al Infierno

En la oscuridad de esta noche cae una espesa niebla
Tus huesos se congelan y el silencio azota la ciudad y no hay almas en kilómetros.
La velocidad de tus pasos aumentan y caminas a donde te lleven los pies.
Rápido! pues hay que salir de este lugar
A lo lejos se escuchan galopes, feroces golpean el pavimento
Tu mirada sin querer se vuelve hacia atrás y sorprendido los ves;
Seis fieras negras, como las profundidades de la noche
Negras como tu alma, negras como el petróleo o el fondo del mar
Se acercan rápidamente hacia ti, arrastrando una carroza de otro lugar
Sin esperar demasiado tiempo te alcanzan y se detienen ante ti con un bramido mortal
Inmóvil quedas ante semejantes bestias, y al conductor miras pidiendo piedad
Él no te mira, no habla, no tiene siquiera cabeza que mostrar
Sólo sus manos cadavéricas están para empuñar las riendas de semejantes corceles.

Ante tu mirada asustada y confundida se abre la puerta del carruaje infernal
Miras dentro y todo está tapizado en oro y lleno de brillantes remaches y glamour
Unas bellas piernas de suave mujer joven te esperan invitándote al placer.
Seducido no te haces rogar, entras entre nieblas y las bestias echan el paso a volar
Miras a la mujer que tienes ante tus ojos, pero su rostro no puedes ver
Está tapada con mantas, viejas, polvorosas, desteñidas
Ella te mira desde las sombras con sus cristales inundados en hiel
La comunicación se traduce en miradas desafiantes y temerosas
Las bestias corren, y siguen corriendo, y no sabes donde estas ni a donde te llevan.
Pues, poco a poco te empiezas a incomodar y ves por la ventana.
Sin embargo, ves en vano. La oscuridad en aquel lugar es infinita
Y de vez en cuando asoman siniestros ojos que brillan sangre,
Sangre que se derrama por los suelos en gritos aulladores para marcar el camino a las bestias.

Corren los malditos caballos como si volaran por el cielo
Pero no sabes lo que te espera en un momento más.
De un instante a otro comienzan a descender abruptamente a las profundidades de la tierra
Y como es natural te exaltas. Quieres escapar del lugar, quieres lanzarte al camino.
Pero no hay escapatoria, debes quedarte ahí, a la suerte de tu destino, lo que estime tu verdugo
Cae, desciende, te desesperas. La mujer que tienes enfrente te observa sin compasión
Y para calmarte sus piernas abre ante tus ojos impresionados, desorientados, confundidos
Miras entre ellas el fuego de la perdición y poco a poco hueles el aroma a acido y azufre
El carruaje se inunda con la luz del fuego bajo tierra, el calor te hace sudar a mares
Y te derrumbas al detenerse los caballos. Pierdes el conocimiento, no sabes que sucede.
Despiertas atado a una piedra, rodeado en fuego, bañado en sangre y temblando de miedo
Las bestias huelen tu miedo y quieren tu carne, pero las detiene la mujer que te trajo
Al mirar en la oscuridad de su rostro muestra su diabólica sonrisa y te dice: bienvenido al infierno!

1 comentario:

Elizabeth dijo...

hay!!! ke nervio
es como entrar al carruage sel sexi hombre ke luego suscionara tu sangre hasta morir...
cuidate de las "y", existen mas conectores.